¡Equivoquémonos Más!

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¡Equivoquémonos Más!

 

Por Jade Castelo

 

“El fracaso es algo que solo se puede evitar diciendo nada, haciendo nada y siendo nada” - Denis Waitley.

 

No queramos ser infalibles.

Gran parte del problema con nuestra autoestima, la confianza en nosotros mismos e incluso el valor que sentimos que tenemos como personas viene de la negación ante un hecho muy real: somos imperfectos, cometemos errores y fallamos constantemente. Al no aceptarlo, al tener como objetivo la perfección, sufrimos innecesariamente y la consecuencia final es que algunos decidimos recluirnos en áreas de confort: llegamos solo hasta donde creemos que la posibilidad de fracasar es soportable/manejable, evitando quedar expuestos ante los demás como el pendejo que no la armó. He ahí lo que nos mantiene mediocres, a pesar del potencial.  

Pero dejemos los latigazos y los arrepentimientos de lado porque creo que la retórica social que alimenta esta necesidad de perfección empieza a cambiar, un poco con los héroes modernos que nos bombardean una y otra vez con la importancia de los fracasos y los errores y mucho más con las necesidades y la volatilidad de la época que vivimos; vamos por buen camino si priorizamos el llevar a cabo nuestros proyectos por encima de los escenarios apocalípticos de posibles fracasos.Para hacer algo realmente diferente y de impacto es imperativo fallar, porque ninguna idea es la mejor en un inicio, tiene que evolucionar y sufrir caídas y resbalones para convertirse en algo viable y valioso.

Creo que pasa lo mismo con las personas. Si no te has pegado en la madre, seguramente no has evolucionado y aún estás lejos de llegar a donde anhelas. Y no estoy apuntando con el dedo a nadie, quizá solo a mí misma, porque sé que si no he logrado lo que quiero es porque nunca me he arriesgado de adeveras -con la posibilidad de que todo me truene en la cara y me quedé con una mano adelante y otra atrás-. Y siendo honesta es que solo de pensarlo, me paralizó. Esta es mi propia barrera.

Pero dando un paso atrás, ¿por qué será que nos da tanto miedo equivocarnos? Una teoría muy personal es que somos como delfines en cautiverio buscando que el entrenador nos de los pescados para comer: solo el acierto es recompensado. Inconscientemente se espera de uno que sea infalible y cuando la cagas es vergonzoso, un golpe al ego y ciertamente un retraso. Hay que ser muy valientes para sobrepasar la culpa y la vergüenza de fallar y seguirle. ¿Cuál creo que es la mejor motivación? El propósito. Cuando haces algo por las razones incorrectas, es probable que no aguantes más que dos o tres golpes duros y mejor te devuelvas a tu cueva a lamer las heridas.

No es nada fácil ofrecerse al mundo, hablar alto y claro, arriesgarse, probar una idea y hacerla realidad. Todos hemos estado ahí con el corazón palpitando y las manos sudando o llorando sin poder parar porque algo salió terriblemente mal;  en esos momentos la zona de confort -pinche zona de confort- es muy tentadora pero si renunciamos una y otra vez, algo seguro sucede: la vida nos pasa de largo.

Así que por aquí dejo algo que a mí me movió el tapete -gracias Tim Urban-,  una representación visual de 90 años de vida (para aumentar el pánico, yo coloree los que ya he vivido y lo único que puedo pensar es: ¡no mames!):

 

Fuente:

http://www.estonoesny.org/inicio/2016/5/24/equivoqumonos-ms


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